Mucha tecnologia afecta el cerebro

MUCHA TECNOLOGÍA AFECTA EL CEREBRO Los niños desarrollan destrezas con el uso de videojuegos, pero cada vez son más hiperactivos. ¿Es usted de los padres que dan a sus hijos el último Ipod, la más reciente versión de Nintendo y de Xbox para que tengan destrezas tecnológicas? Cuidado, los padres posmodernos, como se les llama a estos progenitores, pueden lograr que sus hijos sean unos duros en tecnología, pero les están afectando el cerebro cuando no saben controlar qué regalos les dan. Según la neuropsiquiatra infantil Amanda Céspedes, de Chile, estos papás, que se encuentran en todos los niveles socioeconómicos, se caracterizan porque “les dan a sus hijos todo lo que piden, sobretodo de la oferta tecnológica de entretención: el buen computador, la consola de juegos, el televisor”. “Y eso no sería problema –agrega- si no fuera porque no saben poner límites a sus hijos en el uso de estos productos. Son los “papás-bueno-ya”, que permiten que sus hijos estén hasta altas horas de la noche chateando o en los videojuegos”. Las consecuencias de esto, dice la especialista, no las ven ellos al día siguiente sino los profesores. “Un niño cansado, que no durmió lo suficiente, al otro día va a estar excitable, impulsivo. Un cerebro cansado exige movimiento para poder despertar”. Clases inquietas: Tener a un niño expuesto a estos estímulos tecnológicos durante un tiempo desmedido va a tener efectos negativos sobre su cerebro, explica la especialista. “Es como fabricar a un niño con hiperactividad y déficit de atención. Y esa es la tragedia que viven los profesores. Antes, en cada curso, había dos o tres chicos con déficit de atención y un maestro tenía la paciencia para trabajar con ellos. Pero ahora, en un curso tiene a 20 o 30 chicos inquietos. ¿Cómo hacerlo?”. Pero esto no es todo. La sobreexposición a estos estímulos tecnológicos, que son muy entretenidos y, a la vez, muy adictivos, hacen que los niños vayan recortando tiempo a otras actividades que son esenciales para su desarrollo. “Les van a robar tiempo no sólo a las tareas y al estudio sino a actividades que les hacen desarrollar sus talentos y que, por tanto, les pueden dar mucha alegría, como el deporte, el arte, la música. También les quitan tiempo al sueño, al descanso y al esparcimiento físico: los niños necesitan moverse, saltar, andar en bicicleta”, concluye Céspedes. LOS CHICOS EXPUESTOS A LA TV PADECEN MAS PROBLEMAS DE ATENCIÓN Un estudio publicado por la revista Biologist sostiene que mirar TV puede dañar a las personas, especialmente a los niños. El problema no son los contenidos sino los estímulos que ofrece la pantalla. Las técnicas de edición televisiva acostumbran al chico a modalidades de atención muy cambiantes. Trastornos en la alimentación y el sueño Por Pedro Lipcovich Mirar televisión puede dañar a las personas, especialmente a los chicos, por efectos fisiológicos que son independientes del contenido de cada programa. Así lo sostiene un estudio publicado en la revista especializada británica Biologist. Según el trabajo -que reseña y comenta 35 estudios ya publicados en revistas científicas-, el chico que vea televisión antes de los tres años de edad corre más riesgo de tener problemas para prestar atención cuando, a los seis o siete años vaya a la escuela. Esto se vincula con que la pantalla de la tele ofrece estímulos “más interesantes que los que usualmente brinda la vida real”. Además, las técnicas de edición y presentación televisivas acostumbrarían al chico a modalidades de atención muy rápidamente cambiantes, a la vez que intensas. Todo esto vendría a “corromper el sistema fisiológico de la atención”, independientemente del contenido de los programas. Otros trabajos citados en el artículo vinculan el exceso de la tele en la niñez con dificultades para dormir, obesidad e incluso con un mayor riesgo de autismo. El trabajo viene a avalar las indicaciones de la Academia de Pediatría de Estados unidos: que los menores de dos años no vean televisión en absoluto y que los chicos de cualquier edad no tengan tele en su cuarto. El estudio publicado en Biologist lleva la firma de Aric Sigman, miembro del Instituto de Biología de Gran Bretaña y de la Sociedad Psicológica Británica. Comienza por observar que en Gran Bretaña, una persona de 75 años ha dedicado a ver tele al equivalente a 12 años, durante 24 horas por día. El artículo cita un trabajo que publicó la revista Pediatrics, órgano de la Academia de Pediatría de Estados Unidos: el estudio, dirigido por Dimitri Christakis, de la Universidad de Washington, y efectuado sobre 2623 chicos, encontró que “la exposición a la televisión antes de los tres años se asocia con problemas en la atención a la edad de siete años”. Estos problemas eran “consistentes con un diagnóstico de déficit atencional”. Según la investigación, “por cada hora promedio de televisión que un chico mire por día, el riesgo de tener problemas atencionales se incrementa un nueve por ciento”. Según explica Sigman, “la televisión suscita la denominada „respuesta orientativa‟, por lo cual la persona responde al movimiento y a cambios repentinos en la visión o el sonido. En cuanto a la televisión, esta respuesta se verifica casi desde el nacimiento: los bebés giran sus cuellos hasta 180 grados para verla”. El artículo destaca que, cada vez más, la televisión apela a diversas técnicas como los cortes, cambios de cámara, zooms, “paneos”, sonidos repentinos y diversos recursos de edición que, al activar esa respuesta orientativa, incrementan la atención del espectador. Un estudio sobre el ritmo y la edición del popular programa Plaza Sésamo, a lo largo de 26 años, mostró que la cantidad de esos recursos se duplicó. “Los programas para chicos requieren, cada vez más, constantes cambios de atención en sus espectadores, pero no requieren que ellos presten atención a determinados hechos durante lapsos prolongados”, señala el investigador. La cuestión es “si este condicionamiento, suscitado por la televisión, puede relacionarse con ciertos problemas de atención de los chicos en su ulterior vida escolar” y si “el reciente incremento en desórdenes de atención en chicos de edad escolar podría ser una reacción a nuestra moderna cultura de alta velocidad”, es decir, ironiza Sigman, “un déficit de atención cultural”. Es que “la televisión es el medio perfecto para generar fuertes recompensas por prestar atención a algo. En comparación con el ritmo en que se desarrolla la vida real, las imágenes en rápido cambio, sus escenarios, sucesos y sonidos resultan altamente estimulantes e interesantes. Pocas cosas, en la vida real, se aproximan a ello”. Sigman destaca que esto no se refiere a los contenidos de la programación: no importa en este caso si las imágenes son sexuales o violentas o educativas: lo que cuenta son las “técnicas estilistas” que la tele utiliza. De todos modos, el estudio advierte que esos recursos vertiginosos son más utilizados por la televisión comercial que por la televisión pública, por ejemplo la BBC: “Una escena típica en un programa para chicos es 70 por ciento más larga en un programa de la BBC que en uno de la televisión comercial”. Esas “recompensas”, esas retribuciones que ofrece la tele, tendrían un correlato fisiológico específico y medible: es un neurotrasmisor, la dopamina. “La liberación de dopamina en el cerebro se asocia con la recompensa por prestar atención, especialmente a cosas nuevas y estimulantes”. La sobreestimulación generada por la tele incrementaría los niveles habituales de dopamina, lo cual vendría a “corromper el sistema fisiológico que recompensa la atención”. Según Sigman. En cuanto a los juegos de computadora, “si bien se los considera más estimulantes que mirar pasivamente un teleteatro, la evidencia muestra que aún este medio interactivo se asocia con una actividad neurológica sólo limitada. Un estudio sobre las diferencias en el flujo cerebral entre chicos jugando con la computadora y chicos haciendo ejercicios aritméticos muy simples, como la suma de números de un solo dígito, mostró que los juegos de computadora estimulaban sólo las partes del cerebro asociadas con la visión y el movimiento, mientras que la suma aritmética activaba áreas muy diversas”. Según Sigman, “ver televisión, en chicos de menos de tres años, puede tener efectos nocivos sobre la habilidad matemática y la capacidad de comprensión en la lectura”. En 1999, la Academia de Pediatría de Estados Unidos recomendó oficialmente que los chicos por debajo de los dos años de edad no vean televisión, ni pantallas en general, porque ello “puede afectar negativamente el desarrollo cerebral temprano”, también advirtió que los chicos de toda edad no deberían tener televisión en su c

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